marzo 24, 2022

Imagen el cliente no siempre tiene la razón
N

adie quiere un servicio deficiente; insuficiente o insatisfactorio, pero la mayoría de los prestadores de servicios detestan a los clientes quisquillosos.

La relación entre un cliente y su proveedor de servicios, debe ser, como cualquier otra relación humana, transparente y provechosa; ambas partes deben sentirse cómodas y capaces de comunicar sus intereses, sin que esto suponga una diatriba.

Además, como cualquier otra relación, esta también debe crecer y profundizarse, más allá de lo personal; la relación en sí misma, en el ámbito profesional, debe ser sustanciosa, cada vez más provechosa para ambas partes y debe haber noción de futuro.

Sin embargo, pocas veces hemos visto relaciones cliente-proveedor de servicios, óptimas; las haya medianamente buenas, tolerables, pero ello no basta; hay otras en las que, hay una relación accesoria, una amistad, pero esto tampoco basta.

Como hemos dicho, no se trata de que los representantes de las marcas sean amigos, ni que puedan tolerarse, se trata de alcanzar los más elevados fines y de valorar el trabajo que se hace, para dar pasos en post de nuevos desafíos, nuevas aventuras y la mayor compenetración.

Cuando esto no ocurre, es decir, cuando las relaciones se estancan, no suele pasar nada y ese es el problema, que no pase nada, solo convierte a la relación en una inercia en la que dejan de perseguirse nuevos logros y dejan de arriesgarse recursos para alcanzar mayores beneficios.

Los prestadores de servicios, pocas veces saben gestionar las expectativas del cliente, y los clientes, pocas veces saben retribuir (más allá de lo financiero), el trabajo de sus proveedores de servicios.

Aprender a gestionar las expectativas del cliente, le permite a un prestador de servicio:

Establecer una metodología de trabajo, clara, consecuente y dispuesta a la evolución.

Demarcar límites en la relación, remarcando los roles de cada cual y respetando las responsabilidades.

Evaluar los logros en su justa dimensión y brindarle al cliente, la posibilidad de aspirar a más, sobre la base de una oferta medible y posible.

Del otro lado, el cliente, para tener un proveedor de servicio de su lado, satisfecho y seguro, debe:

Elegir un prestador de servicios, no por impulso, o fundado en el presupuesto disponible, sino en la aptitud para lograr lo que tiene en mente.

Tener claridad en lo que busca, lo que quiere y lo que puede alcanzar, considerando factores esenciales como: recursos disponibles o alcance del modelo de negocio.

Evaluar el trabajo, desde una óptica objetiva, fundada en parámetros previamente acordados y que no supongan cargas adicionales o detalles de estilo, que no vienen a cuento.

Si en ambas direcciones se trabaja por una relación armónica y de mutua ganancia, habrá crecimiento y ese crecimiento se expresará en una compenetración tan visible que, al cabo de un tiempo, con seguridad podrá decirse que no hay dos equipos, sino uno.

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